Este es un tema controvertido en Cuidados Paliativos ya que si se considera un tratamiento, se someten a las mismas consideraciones que las de cualquier fármaco, pero si se considera dentro de los cuidados básicos, sería irrenunciable su retirada. Ahí luchan las distintas concepciones religiosas, filosóficas y científicas y cada uno intenta barrer para su lado pensando que están en posesión de la verdad.
Considero la alimentación como un tratamiento. Ya sea por vía enteral o parenteral, si el enfermo está consciente, sólo debemos retirarla en caso de intolerancia manifiesta o razones que el paciente pueda comprender. Si está ya inconsciente hay que hacer entender a la familia de que su muerte no tiene que ver con la retirada.
Puede llegar a ocurrir, en raras ocasiones, que sea preferible poner una alimentación al enfermo para evitar traumas a los familiares, que no aceptan negar la comida a su ser querido. En este caso, se ponen dosis mínimas y se retira al menor síntoma de intolerancia, haciéndoselo ver al familiar.
En cuanto a la hidratación, la perfusión sintomática que administramos y los fármacos coadyuvantes aparte de la perfusión, aseguran un aporte más que suficiente para la situación del enfermo.